Una noche cualquiera

Tú y yo: esas famosas líneas paralelas que en la teoría nunca se tienen que cruzar.
Tú y yo, que una noche cualquiera jugamos a encontrar la manera práctica de salirnos disimuladamente del camino y chocarnos en algún lugar.

Dos renglones torcidos que aparentan rectitud para no tener que darle explicaciones al qué dirán. Una goma que se estira lo suficiente, pero nunca demasiado. Siempre cerca, a veces lejos.
Tira, afloja. Y volver.

Y aquí estamos.

Tú: maneras de querer que un día pueden con todo y al otro no saben de nada. Tú, vida a dolor y ganas de comerse el mundo por el tejado. Tú, vacíos existenciales llenos de momentos que dan ganas de existir.

Tú, voluntad sin planes que vive el momento porque mañana puede no llegar nunca. Tú, que sigues buscando maneras de pelear una causa que hace mucho se perdió. Yo, que siempre lucho a tu vera en guerras que nadie conoce.

Yo, que no quiero hacer ruido por no despertar a la bestia. Tú, catástrofe natural que no sabe andar de puntillas. Tú, peligro a la vista con traje de luces en busca de peores plazas en las que torear. Yo, mirada atenta desde el burladero esperando a que corra la sangre.

Tú, puerta que sólo se abre hacia fuera. Yo, que nunca sé si usar la llave o llamar antes de entrar. Tú, obviar lo obvio negando lo innegable. Yo, silencios que hace tiempo aprendiste a leer.

Tú, veranos que no acaban. Yo, estaciones que se adaptan a tus vientos. Tú, olmo cansado de que le pidan peras. Yo, reciprocidad por bandera y lealtad como libro de cabecera que no acepta peros.

Tú, morir matando. Yo, herida por arma de fuego con disfraz de sonrisa.
Tú, fuerza imparable. Yo, objeto inamovible.
Paradoja imposible en el mismo universo a la vez.

Tú, que corres en círculos cerrados.
Yo, que ya aprendí a no correr detrás de quien sabe dónde estoy.

Tú, que no lo sabes.
Yo, que sí lo sé.

Tú, luz de gas que se enciende al calor de un secreto que grita a pleno pulmón. Yo, grandes esperanzas que aprendieron a ser pacientes a fuerza de esperar lo inesperado. Tú, que sólo oyes. Yo, que te digo lo que no quieres escuchar.

Tú, baile infinito de horas que siempre llegan tarde y sin peinar. Yo, tiempo de sobra que nunca impacienta y te sabe bailar. Tú, mentiras piadosas dichas a medias. Yo, cojo que aprendió a correr más que un mentiroso para seguirte el ritmo.

Tú, acantilado frente al mar de una vida que aún está por compartir. Yo, que nunca me acuerdo de mirar antes de saltar. Tú, que siempre caes de pie. Yo, que tengo siete vidas.

Tú, heridas de guerra que nadie ha conseguido curar. Yo, colección de cicatrices que me recuerdan quién soy. Tú, libertad que busca dueño sin correa. Yo, avión que pide pista para aterrizar.

Tú, inconsciencia consciente de sus tropiezos que siempre encuentra nuevos agujeros en los que meter la pata. Yo, que juré no juzgarte más y me dedico a saltar en los charcos que dejas cuando pasas.

Tú, calmas que preceden tormentas. Yo, barco sin timón que siempre capea el temporal. Tú, abrazos a destiempo que no saben si dicen hola o adiós. Yo, don de la oportunidad que pasea por tu espalda y no sabe decir ‘quédate’. Tú, que si buscas, encuentras. Yo, que me dejo encontrar.

Tú, y tu mundo genial de las cosas que dices.
Yo, y mi extraña manía de enamorarme de las que haces.

Y aquí seguimos.

Tú, que nunca dices nada.
Yo, que me sobran las palabras.

Tú, ida y vuelta.
Yo, sólo ida y no mires atrás.

Tú, una de cal.
Yo, dibujando en la arena.

Tú, una noche cualquiera.
Yo, los días que hagan falta.

Tú.

ECGXII.

51 thoughts on “Una noche cualquiera

  1. Acostarse leyendote es acostarse un poco mas ilusionada, gracias por escribir asi y por sacarnos siempre una sonrisa, gracias por ser tan natural escribiendo y hacerlo tan bonito.

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